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El reloj del envejecimiento puede revertirse

El reloj del envejecimiento puede revertirse

El reconocido biólogo molecular Venki Ramakrishnan profundiza en los cambios que produce el paso del tiempo en nuestra biología y cómo la ciencia busca extender la esperanza de vida.

Queremos parecer y ser más jóvenes. Juventud y longevidad, esos divinos tesoros con los que soñamos despiertos. Incluso, pensamos en ser inmortales. La humanidad, de cierta forma, lo logró: en los últimos 150 años dobló la expectativa de vida. ¿Qué significa? Hoy los seres humanos poseen una esperanza máxima de vida de aproximadamente 120 años.

Entonces, ¿por qué envejecemos y morimos? ¿Qué podemos hacer para retrasar ese proceso y buscar la jueventud eterna (o casi)?

Sobre cómo la acumulación de daños en los genes influye en el envejecimiento indaga desde hace más de 25 años el prestigioso biólogo molecular británico y Premio Nobel de Química, Venki Ramakrishnan. Y sostiene que, aunque envejecemos desde el útero, volver a las cuestiones ancestrales como comer y dormir bien y hacer ejercicio son fundamentales para extender la vida.

La investigación sobre el envejecimiento celular y los mecanismos de reparación del ADN son fundamentales en este campo y el trabajo de Ramakrishnan es crucial. ¿Por qué? Porque proporciona una base para entender cómo la información genética se traduce en proteínas, moléculas esenciales que hacen posible la vida de todos los organismos.

“El envejecimiento es simplemente otro problema de ingeniería que debe resolverse pirateando el código de la vida”, dice Ramakrishnan en su nuevo libro Why We Die: The New Science of Aging and the Quest for Immortality (Por qué morimos: la nueva ciencia del envejecimiento y la búsqueda de la inmortalidad), en el que ofrece unaperspectiva profunda y científica sobre la realidad del envejecimiento, la muerte y la inmortalidad.

El envejecimiento es un asunto complejo y curioso”, explicó Ramakrishnan en una entrevista con CNN. Y agregó que: “No está predeterminado por la evolución, porque lo único que importa para la supervivencia es que vivamos lo suficiente para reproducirnos y transmitir nuestros genes”.

¿Qué quiere decir? Una cuestión contundente: “Que la evolución no tiene necesidad de eliminar enfermedades que generalmente aparecen más adelante en la vida, como el Alzheimer. Mientras tanto, el reino animal demuestra que el envejecimiento no es inevitable”, sumó.

El científico, que también fue presidente de la Royal Society y dirige un grupo de investigación en el Laboratorio de Biología Molecular del Consejo de Investigación Médica en Cambridge, en su nuevo libro cuestiona si realmente deseamos vivir eternamente, exponiendo los costos sociales, políticos y éticos de esta aspiración mediante una discusión que une la ciencia del envejecimiento y el sueño ancestral de la inmortalidad.

Para Ramakrishnan, el envejecimiento es “una acumulación de daño químico a las moléculas dentro de nuestras células, lo que daña a las células mismas y, por lo tanto, al tejido y, finalmente, a nosotros como organismo”.

¿Cuándo comenzamos a envejecer? Según Ramakrishnan, lo hacemos desde el momento en que estamos en el vientre materno. Es decir, nuestro ADN acumula cambios a lo largo de los años. Así, en su libro, explora el enigma, ese “código” que reside en los genes, moléculas y proteínas que forman parte fundamental de cada ser humano, y las implicancias de las diversas búsquedas del retraso del envejecimiento y la muerte.

Aunque los seres humanos tenemos una esperanza de vida de 120 años, Ramakrishnan piensa a la longevidad como una ecuación de asignación de recursos optimizada por la evolución para cada especie.

La esperanza de vida tiene que ver con la evolución, maximizando las posibilidades de que usted transmita sus genes”, declaró y dioun ejemplo concreto sobre la importancia de la reproducción y transmisión de genes para la longevidad: “Si eres un animal más grande, permanecer con vida por más tiempo te dará más posibilidades de encontrar una pareja con la que puedas tener más descendencia durante tu vida”.

Pero la búsqueda de la inmortalidad tiene implicancias sociales, políticas y sociales. El Nobel reflexiona sobre cómo las desigualdades económicas se pueden acentuar mediante tecnologías avanzadas de prolongación de la vida reservadas inicialmente para los más ricos.

Si estos esfuerzos tienen éxito, los muy ricos se beneficiarán inicialmente, seguidos por las personas con muy buenos seguros, y así sucesivamente. Los países ricos probablemente tendrán acceso antes que los países más pobres”, dijo.

Su vasto trabajo sobre el envejecimiento y la muerte no solo provee insights sobre cómo vivir una vida más saludable y larga, sino que también alienta a la reflexión sobre la aceptación de nuestro ciclo natural. Así, advierte que en el caso de erradicar enfermedades tales como el cáncer, el incremento en la expectativa de vida promedio sería de tan solo algunos años. Hay un límite.

El futuro contra el envejecimiento

Aunque Ramakrishnan cree que la búsqueda de la inmortalidad es un espejismo, hay numerosas investigaciones en curso para extender la vida lo máximo posible. La esperanza de vida actual es de 80 años, el doble de lo que se estimaba hace 150 años. Es decir, nos agregamos una vida. La ciencia sigue probando.

En cuanto a investigaciones anti edad, hay distintos enfoques. Por un lado, hay mucho interés en la rapamicina, un fármaco aún no aprobado pero con creciente popularidad para obtener longevidad. Estudios mostraron que ha extendido la vida de animales, pero no está probada su efectividad en humanos.

Según una reseña del Washington Post, más de dos docenas de consultorios médicos recetan rapamicina como tratamiento antienvejecimiento como droga que tenga un efecto similar a la reducción calórica. El entusiasmo por las propiedades antienvejecimiento del fármaco proviene de estudios que han demostrado repetidamente beneficios en animales de múltiples especies, incluidas levaduras, gusanos y ratones. Un estudio explosivo realizado en 2009 encontró que la rapamicina prolongó la vida de ratones ancianos hasta en un 14%.

Sin embargo, los debates en la comunidad científica siguen vigentes dado que no está probada su efectividad en humanos.

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