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Día Mundial de la Esclerosis Lateral Amiotrófica

La afección deteriora las células neuronales encargadas del movimiento de manera progresiva. Actualmente, la ELA no tiene cura.

La Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta al sistema nervioso, específicamente a las células motoras que se encuentran en el cerebro y en la médula espinal. Sus causas aún se desconocen, aunque en ciertos casos se probó que puede ser hereditaria. Si bien todavía no tiene cura, existen tratamientos que pueden disminuir algunos síntomas.

Debido a su alto grado de mortalidad y graves síntomas, el 21 de junio se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica con el fin de concientizar a la población sobre su diagnóstico e impulsar investigaciones que son necesarias para lograr comprender esta enfermedad en su totalidad, con la esperanza de desarrollar una cura o tratamientos más efectivos.

De acuerdo a los expertos de la Clínica de ELA del centro médico Fleni, la ELA afecta de 1 a 2 personas cada 100.000 habitantes por año entre las edades de 40 y 70 años, y se nota una incidencia levemente mayor en los hombres. A medida que se desarrolla la afección, se comienza a perder la habilidad de deglutir, de realizar movimientos que requieran de motricidad fina, de caminar y de hablar.

Asimismo, desde la Universidad de Harvard explican que una vez que los síntomas comienzan, las personas que la padecen suelen vivir entre 3 y 5 años. Sin embargo, esto depende de cada individuo y del progreso de la enfermedad, lo que significa que existen casos en los que la expectativa de vida llega hasta los 10 o 20 años luego de presentar la sintomatología.

Síntomas y diagnóstico de la ELA

Los síntomas de ELA incluyen debilidad muscular progresiva que puede incluir calambres, rigidez y eventualmente la imposibilidad de caminar, una reducción en la capacidad del habla, dificultad para respirar y tragar, y pérdida de peso debido al deterioro muscular, entre otros.

Para lograr un diagnóstico se deben realizar varios estudios, comenzando por una entrevista y revisión de la historia clínica y familiar del paciente. Algunos de los síntomas mencionados pueden brindar señales de alerta, pero los médicos también deben evaluar el movimiento ocular, sensibilidad ante el dolor o cambios de temperatura, la dificultad a la hora de respirar, detección de espasmos musculares involuntarios, resonancias magnéticas, realizar análisis de sangre, una electromiografía para observar el funcionamiento de los músculos y los nervios, y el signo de Babinski, que según explican desde la Universidad de Harvard “se trata de un hallazgo en el examen físico en el que el dedo del pie se mueve hacia arriba cuando se acaricia la planta del pie en lugar de moverse hacia abajo (lo cual es normal)”.

Debido a que el deterioro afecta a varias áreas del organismo, y no es igual para todas las personas con ELA, es necesario un abordaje interdisciplinario, que incluya un acompañamiento psicológico, para que los profesionales logren controlar los síntomas que genera la enfermedad con el fin de brindarle la mejor calidad de vida posible a los pacientes.

Los tratamientos pueden incluir métodos farmacológicos y no farmacológicos. Ambos son igual de importantes y deben ser aconsejados por profesionales de la salud.

Infobae

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