Juan Pablo I ocupó el trono en 1978 durante 33 días hasta que tuvo un infarto. Se lo conoció como el Papa sonriente y le atribuyen haber curado milagrosamente a una niña argentina.
El Papa Francisco beatificó este domingo a Juan Pablo I en la plaza de San Pedro, por lo que se convertirá en el quinto Papa del siglo XX que llega a los altares, después de Pío X, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II.
Francisco aprobó en octubre del año pasado el milagro necesario para la beatificación de Juan Pablo I, cuyo pontificado duró tan solo 33 días, uno de los más breves de la historia lo que provocó que el año 1978 (cuando fue elegido) estuviera marcado por tres sucesores de Pedro.
“Con una sonrisa, el Papa Juan Pablo logró comunicar la bondad del Señor”, dijo Francisco durante la misa del domingo. “Qué hermosa es una Iglesia con un rostro alegre, sereno y sonriente, que nunca cierra las puertas, nunca endurece los corazones, nunca se queja ni alberga resentimiento, no se enfada ni se impacienta, no tiene una mirada adusta ni sufre nostalgia del pasado”.
El milagro aprobado por Francisco (paso necesario para la beatificación) es la curación extraordinaria de una niña argentina de once años que padecía una forma grave de encefalopatía.
Juan Pablo I fue el primer Papa nacido en el siglo XX y también el último en morir en dicho siglo. Asimismo, es el último pontífice italiano hasta la fecha y el último de una larga sucesión ininterrumpida de Papas italianos a lo largo de más de cuatro siglos, iniciada con Clemente VII en 1523. Tras su muerte repentina, le sucedió el cardenal polaco Karol Wojtyla, que adoptó el nombre de Juan Pablo II.
Fue declarado Siervo de Dios por su sucesor, Juan Pablo II, el 23 de noviembre de 2003, el primer paso en el camino a la santidad. Francisco confirmó sus virtudes heroicas el 8 de noviembre de 2017 y le proclamó Venerable.
Juan Pablo I (Albino Luciani) fue Papa entre el 26 de agosto de 1978 y el 28 de septiembre de ese mismo año, día en que falleció.
Su muerte siempre estuvo rodeada de hipótesis diversas, con versiones sobre un posible envenenamiento por su decisión de poner transparencia a los organismos financieros del Vaticano, hasta que recientemente documentos oficiales confirmaron que se trató de un infarto.