Benedicto XVI murió este sábado a las 9:34 local en el monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano, donde residía desde su histórica renuncia al pontificado en 2013. Tenía 95 años.
Joseph Ratzinger, tal era su nombre secular, ocupó el trono de Pedro durante 8 años, desde el 19 de abril de 2005 hasta el 28 de febrero de 2013, para luego dar un paso al costado y facilitar una renovación. El primer pontífice emérito de la historia ya tenía un largo pasado en el gobierno de la Iglesia como estrecho colaborador de Juan Pablo II.
La preocupación por el estado de salud del Papa y teólogo alemán surgió el miércoles 28, cuando su sucesor, Francisco, reconoció que estaba “muy enfermo” y pidió “una oración especial” a los fieles que asistían a su audiencia general.
Benedicto XVI había pasado los años de su retiro en una residencia en el interior del Vaticano. No padecía ninguna enfermedad severa, sólo los achaques normales de su edad avanzada. Progresivamente había ido perdiendo la movilidad y la voz, lo que limitaba aun más sus apariciones públicas y su participación en oficios religiosos.