A días de estrenarse “La Argentina de 1985”, Ricardo Darín cuenta su experiencia al interpretar al fiscal Strassera.
Mitre y Mariano Llinás convocaron a Darín para representar a Julio César Strassera. Recorrieron la trayectoria contemporánea del país y se detuvieron en 1985. En ese momento, el del Juicio a las Juntas promovido por Alfonsín, y en ese fiscal, que está entre los fundadores de la nueva democracia. Un funcionario de tribunales, que fue sacudido de su rutina de procedimientos, expedientes y dictámenes, para hacer frente a un desafío de otra escala: sumergirse en las atrocidades de la dictadura para pedir la condena de los comandantes, en un conmovedor alegato en el que acusó a quienes habían puesto al Estado a merced de la barbarie.
La peripecia del Juicio invade la vida familiar de Strassera. El guion destaca la relación con su hijo de 13 años, que nos reenvía de nuevo al universo de Darín. La peculiaridad de haberse iniciado en la actuación siendo muy niño. “Un alma vieja, un chico medio anciano”, que es como él se ve. Y la evocación de la figura esencial, constitutiva, de su padre, a quien presenta de una manera conmovedora: “Él tenía la necesidad de tener un amigo. Y cuando tuvo un hijo empezó a tratar de construir en mí a ese amigo”.
No hay mucho que aclarar: el tema de la obra es la Justicia. La capacidad de las instituciones para restablecer el orden después de un salvaje hundimiento de la ley. Por la magia de una narración en la que el arte se alía con la historia, Argentina, 1985 recupera para esta Argentina 2022 a un hombre dotado de la potencia movilizadora de la virtud. Ese maestro de la escena que es Darín, nos pone frente al espejo de Strassera 37 años después. Lo trae a este presente, desconcertante, depresivo, en el que, como dice el actor, “nos olvidamos cómo era”. Darín vibra, al final de nuestro diálogo, sintetizando el mensaje de la obra. Lo hace con esa formidable sencillez que hay que agradecerle, porque nos permite conectar con la densidad plena de una idea, de una emoción. Ese mensaje es, en sus palabras, “que hay cosas que se hacen y hay cosas que no se hacen. Que hay cosas que están bien y hay cosas que están mal. Que la justicia existe. Que tarda, pero, al final, llega. Por mucho que la intentemos ocultar, por mucho que intentemos distorsionarla, la verdad, al final, aparece”.
Pero Darín va más allá del contexto en el que actuó Strassera con su equipo. Quiere sondear el drama que palpita en el alma del fiscal. El miedo, las dudas, las persecuciones imaginarias y reales. El enigma eterno del destino individual que, guiado por el torrente colectivo, asigna a un hombre, si se quiere, gris, la dimensión del héroe, por el solo hecho de cumplir con su deber. Por el solo hecho de, usando una expresión muy propia de Darín, “ponerse a cargo” de la compleja encrucijada en que lo ubicó el movimiento de la vida.
Extracto de entrevista realizada a Ricardo Darín por Carlos Pagni, diario La Nación.
-¿Qué significa encarnar un personaje histórico? Cuánto tenés que ser él, cuánto tenés que ser otro… Es un misterio. Vos contaste que un amigo de Strassera te dijo algo muy interesante…
-Ese señor seguramente ni siquiera tendrá idea de cuánto me entusiasmó lo que dijo. Me detuvo con mucha educación en la calle. Yo estaba vestido de rodaje, en la manzana del Palacio de Justicia. Yo venía caminando por Uruguay, me detuvo él con su mujer, un matrimonio grande, divinos. Me dijo: “¿Tenés un segundo?”. “Sí, como no”, le digo. Me dice: “Yo fui compañero de colegio de Julio César y después nos tocó vivir en el mismo edificio, razón por la cual nos veíamos con mucha frecuencia y después la vida quiso que nos encontráramos todo el tiempo, nos cruzábamos por todos lados. No te parecés en nada, pero estás igual”. Fue de una contundencia lo que me dijo, porque resumió en una involuntaria síntesis lo que vos acabás de decir. La quintaesencia de cómo es asumir un personaje que tuvo vida propia, que es conocido y demás. Intentar copiarlo para mí siempre significó, más allá de una imprudencia, un error. Me parece que lo que uno tiene que hacer, a lo sumo, es intentar capturar cómo pensaba, cómo sentía. Después viene cómo se movía, cómo miraba y demás. Pero lo primero es encontrar cómo funcionaba como persona.
-¿Qué estás diciendo con ese personaje a esa gente?
-Que hay cosas que se hacen y cosas que no se hacen. Que hay cosas que están bien y cosas que están mal. Y que eso no va a variar, no debe variar. No debemos encontrar el enlace entre lo que está bien y lo que está mal, el camino intermedio que está plagado de zonas grises. No. Hay cosas que se hacen y cosas que no se hacen. Eso es así y todos lo sabemos aunque nos distraigamos. Y en ese sentido el camino de la esperanza es que el mensaje de esta historia llegue a los más jóvenes. Que la justicia existe, que tarda, pero al final llega. La que quieras y por donde quieras, pero al final la verdad aparece. Por mucho que la intentemos ocultar, por mucho que intentemos distorsionarla, al final la verdad aparece. Me parece que eso es muy importante para la juventud. Para no sentirse aislados, no sentirse solos, no sentirse decepcionados. Creo que los chicos están atravesando un momento de estupor en muchos sentidos, pero también es cierto que la mirada de ellos es de mayor alcance. Porque ellos son los que nos muestran cómo va a ser el mañana. Si nosotros no ayudamos a construirles un diseño del mañana mejor del que están viendo, nos estamos equivocando. Tenemos que ayudarlos, nutrirlos, abonarlos, alimentar la posibilidad de que miren un mañana mejor, con personas cabales, con personas que se hacen cargo de lo que dicen, de lo que hacen. Porque ellos van a hacer el camino, no vamos a ser nosotros. Y tienen que saber que ese camino, el de hacer las cosas como se debe, es un camino satisfactorio que va estar plagado de reconocimiento y de virtud. Es necesario que lo sepan, que entiendan ese mensaje, pero mucho más necesario es que lo logren abrazar. Y creo que por eso la literatura, el cine, las artes en general están más próximos a ofrecer eso como servicio, porque no es una bajada de línea, es una propuesta. No es una imposición, es una demostración. Ojalá ellos se puedan abrazar a eso.