Durante las obras del Tren Maya (una línea de ferrocarril que conecta el sureste de México), un equipo de trabajadores dieron con grandes bloques de piedra en las cercanías de la estación Calakmul: restos de un conjunto palaciego maya, de dimensiones monumentales.
Este hallazgo, registrado en noviembre 2022 por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), incluye un templo de 20 metros de largo y 10 metros de ancho y se localizó específicamente en el ejido Nuevo Conhuás, cerca de Calakmul, una de las ciudades-estado más grandes de las tierras bajas mayas durante el periodo Clásico Temprano, alrededor del 250 al 600 d.C.
Ahora, con la intención de proteger el patrimonio arqueológico de la zona, el INAH anunció que está llevando a cabo la minuciosa reubicación, piedra por piedra, del antiguo conjunto palaciego a un nuevo emplazamiento cercano a la estación Calakmul del Tren Maya.
Ah Puch
También llamado Cizin y conocido como “el apestoso” por su relación con el hedor y la flatulencia, ocupaba un lugar destacado en el inframundo maya, Xibalbá, cuyo nombre se traduce como “el lugar oculto”. Según la mitología, este dios tenía la tarea de quemar las almas de los difuntos, comenzando por la boca y el ano, en un ritual que simbolizaba la transformación física y espiritual que los mayas creían ocurría en la vida después de la muerte.
Este dios era representado con características particulares: un gran falo, cráneo deformado, y adornos como máscara craneal, nariguera, y coraza. Una estatua de piedra caliza de 25 centímetros de Ah Puch, hallada en el templo, muestra estos atributos distintivos.
La plataforma original del complejo mide 58 metros de largo en dirección norte-sur y 50 metros en el eje este-oeste, con esquinas redondeadas y una altura de 2 metros.
En su parte superior, se encuentra un patio estucado rodeado por estructuras elaboradas con sillares de piedra caliza. Entre estas estructuras sobresale un templo dedicado a Ah Puch, donde se descubrió una estructura circular en el centro que contenía restos humanos como dientes y fragmentos de cráneo, así como ofrendas de consagración.
Allí se llevaban a cabo rituales, posiblemente incluyendo sacrificios humanos que reflejan la creencia maya en la transformación física y espiritual de los difuntos en la otra vida.
El ambiente durante estos rituales habría sido intenso, marcado por el olor a incienso, ofrendas ardientes y la presencia de restos en descomposición, creando una atmósfera que honraba a esta poderosa y temible deidad, según informa Intersting Engineering.
Según la página oficial del gobierno de México, se planea transformar el área en museo interactivo, donde se ponga en contexto el descubrimiento y se abunde en aspectos asociados al mismo, como el registro de una escultura de la divinidad maya Ah Puch (que en español se traduciría como “El apestoso”), deidad del último nivel del inframundo, al que probablemente estuvo dedicado el templo.