El grupo nació hace 9 años con la finalidad de visibilizar sus historias. Organiza acciones solidarias para luchar contra los prejuicios y el bullying
El día en que Omar “Colo” Fornataro leyó en la National Geographic que los pelirrojos estaban en peligro de extinción, decidió no quedarse de brazos cruzados. Corría 2006 y en Europa comenzaban a formarse los primeros clubes de colorados, aunque en la Argentina ocurrió hace seis años, cuando se juntaron unas 150 personas en Plaza Serrano, Palermo.
Fornataro, de 58 años, es oriundo de San Antonio de Padua y siguió indagando, viajando y tomando contacto con otros pares a fin de visibilizar esta condición que afecta al 1,5 por ciento de la población mundial. Finalmente, creó “Pelirrojos Club”, una organización apolítica y sin fines de lucro que busca unir a todos los integrantes por el tono de sus cabelleras.
El objetivo de todos los encuentros es pasarla bien, compartir experiencias y tener un espacio recreativo y solidario. La 4ta jornada de Pelirrojos Club tuvo lugar en la ciudad de Córdoba con la presencia de integrantes de varios puntos del país.
La juntada tuvo lugar en la Plaza del Bicentenario con la finalidad de reunir útiles escolares y alimentos no perecederos para el Centro Vecinal Sargento Cabral. “Y también intercambiando historias”, dijo Romina Borgnino.
Más allá de la movida de ayer, el “Colo” dejó un mensaje mucho más profundo: la necesidad de extinguir todo tipo de sensacionalismo respecto de las personas pelirrojas, muchas de las cuales son asociadas como “mufas”. Contó, incluso, que en varias ocasiones, el Inadi se puso en contacto con el club para seguir de cerca posibles casos de discriminación, sobre todo por parte de los medios de comunicación.
“Debo decir que hasta ahora no fue necesario actuar. En lo personal, nunca sufrí bullying ni nada por el estilo, y somos todos los que debemos contribuir eliminando mitos y estigmas”, aclaró.
Para Romina, de niña no fue fácil ser colorada y asegura que su autoestima mejoró cuando ingresó al club. Mucho antes, sobre todo cuando iba a la primaria, tuvo que soportar desde alusiones como “Cabeza de alambre de cobre” o “Chorro de Fanta” hasta empujones, tirones de pelo y el vacío del curso: en la escuela nadie quería sentarse con ella.
Su autoestima cambió por completo cuando comenzó a integrar “Pelirrojos Club”. “Allí todos somos iguales y realmente me siento una más. Participar de este grupo fue muy importante para volver a confiar en mí”, insiste y señala que, en cierto modo, el estigma tuvo que ver con algunas atrocidades de la historia, como relacionar a las pelirrojas con las brujas, el antiguo trato diferente con las esclavas de ese color y los castigos o hasta las condenas a muerte.
Pelirrojos solidarios
El mes pasado los “colos” se reunieron en Pergamino, provincia de Buenos Aires, con otra misión solidaria: donar cabello para confeccionar una peluca a una niña pelirroja de cuatro años que perdió su pelo a raíz de un tratamiento oncológico. “Está internada, peleándola, pero fue mágica su sonrisa al recibir la peluquita”, dijo a Infobae Mercedes Nieto, integrante de “Corazones en Acción”.